El artículo segundo de la nuestra Constitución determina que “El Poder Público emana del pueblo”, sin embargo no presenta suficientes mecanismos para canalizar ese poder, por ende la relación entre gobernantes y ciudadanos se limita a un ejercicio electoral cada quinquenio, semejante a la idea de casarse prometiendo amor eterno pero únicamente tener intimidad con tu pareja cada cinco años, y al no tener acceso a detalles íntimos sobre su vida privada, ni mecanismos adecuados para resolver los problemas del matrimonio esa unión matrimonial estaría condenada al divorcio.
Existe un deterioro en la relación entre la clase política y la ciudadanía; la falta de confianza es proporcional al poco interés de quienes representan el poder público en escuchar y entender las aspiraciones de sus representados. La filosofía de Gobierno abierto es una especie de “terapia matrimonial” entre los gobernantes y los ciudadanos. Promueve el correcto tratamiento para recuperar la confianza perdida y establecer, como indica su carta iberoamericana, una nueva forma de afrontar los “grandes problemas de desconfianza ante las instituciones estatales, así como la persistencia de brechas económicas, sociales y políticas al interior de la misma sociedad”.
Imagine que usted posee acciones en una empresa pero no tiene acceso a reportes detallados de los gastos que incurre el administrador de la misma, a usted solo le llaman para firmar los cheques; a simple vista tal proceder parece ilógico e inconcebible en la práctica privada pero es lo común en la empresa llamada Estado. Inspirada en valores democráticos, la filosofía de Gobierno Abierto propone un cambio de ciento ochenta grados en la forma como se relacionan gobernantes y ciudadanos y sustentado en tres pilares interdependientes señala con claridad el camino de transición hacia una cultura de gobernanza democrática.
El primer pilar, “Transparencia”, debe ser reconocida no solo como el derecho al acceso a la información, sino como la labor proactiva del Gobierno de poner a disposición de la ciudadanía de forma sistemática y en base a estándares internacionales toda la información necesaria acerca de la gestión pública.
El segundo, “Rendición de cuentas” propone innovadores mecanismos que permiten el escrutinio y control ciudadano así como la evaluación de la inversión de los recursos públicos para garantizar que se haga de forma eficiente y transparente.
“Participación ciudadana”, el tercer pilar de la filosofía de Gobierno Abierto, para lograr una mayor democratización en la formulación de políticas públicas y que las mismas resuelvan de forma eficaz los problemas reales de los ciudadanos evitando las fugas de recursos y optimizando la gestión pública, todo esto enmarcado en la innovación tecnológica con el fin de crear espacios para la colaboración y la
inclusión social por medio del trabajo en red.
Gobierno Abierto es una nueva forma de gobernanza pública que plantea un novedoso y necesario cambio en la relación de la administración con los ciudadanos con el objetivo de otorgarle a estos últimos un rol central en los asuntos del gobierno, poner fin al secretismo y combatir eficazmente la corrupción.
Este escrito por Ricardo Herrera Hazera fue publicado en el diario La Prensa el 24 de abril de 2017.