Generación Sin Límite

Por una sociedad civil para la transformación social

En “Globalización, Estado y Sociedad civil” el sociólogo Manuel Castells sugiere que “el concepto de sociedad civil proviene de dos tradiciones teóricas y tiene dos sentidos diferentes, aunque en ambos casos plantea la misma cuestión fundamental, la de la relación entre el Estado y los ciudadanos”.

La primera escuela proviene de John Locke y el liberalismo anglosajón, la segunda procede de la escuela marxista humanista representada por Antonio Gramsci.

Mientras que para Locke la sociedad civil se restringe a ser un mecanismo defensivo de los derechos del individuo, para Gramsci la Sociedad Civil constituye la plataforma ofensiva de la transformación política colectiva.

Para poder constituir una verdadera plataforma ofensiva de transformación social colectiva la sociedad civil debe estar compuesta por personas que compartan necesidades y valores que les permiten convertirse en un poder efectivo de cambio para promover la buena gobernanza, la transparencia, la sensibilización, la participación, los derechos humanos y la justicia social.

Por otro lado podemos atestiguar que entrado el siglo XXI la globalización, como fenómeno mundial, ha obligado a los Estados a adaptarse rápidamente a las nuevas reglas aunque para lograrlo han tenido que sacrificar los intereses de sectores anteriormente salvaguardados por él. Castells lo explica de la siguiente manera: “Cuando el estado tiene que atender, prioritariamente, a la dinámica de flujos globales su acción hacia la sociedad civil se torna secundaria y por consiguiente el principio de ciudadanía emite un significado cada vez más débil hacia los ciudadanos”.

Son justamente los sectores mas golpeados por la globalización a quienes les urge encontrar espacios desde donde puedan articularse, defender sus derechos y a su ves proponer posibles caminos o rutas que no siempre coinciden con las agendas de los grupos de poder.

Entendiendo esta realidad, una de las estrategias exitosas del actual gobierno panameñista, ha sido la de dar visibilidad a grupos que gravitan alrededor del poder político y económico en detrimento de los sectores realmente excluidos. Lo que se busca es reforzar la idea de una sociedad civil restringida y limitada que no es antagónica a su proyecto – nación, con la cual pueden pactar.

El próximo gobierno y los medios de comunicación tendrán entonces una encrucijada: Perpetuar esa confinada concepción de sociedad civil encabezada por las mismas personas del mismo status social, que responden a los mismos intereses económicos y pertenecen a los mismos círculos sociales o reforzar la identidad cultural de la sociedad civil panameña en su diversidad para lograr una valorización objetiva de la misma en la construcción de una nueva sociedad en medio de las nuevas reglas impuestas desde la globalización.

Es tarea pendiente del próximo gobierno fortalecer las instituciones democráticas para la prevención y combate a la corrupción, pero también la institucionalización de espacios de participación ciudadana, pero una participación horizontal, no excluyente, mas bien intencionalmente incluyente, donde los líderes sociales, de base o comunitarios encuentren el espacio institucional para que sus voces sean escuchadas y puedan ser en efecto parte de una concertación nacional realmente amplia y horizontal con el fin de construir una hoja de ruta común, transversal donde se sientan identificados y garantizados los intereses de las organizaciones o movimientos sociales que representan
los intereses de quienes no encuentran replica ni eco dentro del sistema actual.

Hacia allá debemos avanzar, podemos hacerlo.

Ricardo Herrera

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